Una “libertad” sin normas morales

La libertad es el gran anhelo del ser humano, no sin antes decir que es un derecho inherente al hombre y una característica dada por el Creador.

Por su parte, las normas, mandamientos y preceptos parecen ser el enemigo de la libertad, es por esto que vemos una lucha incansable de algunos por acomodarse en este mundo de tal manera que, tanto las leyes, como la moral queden por fuera de su estilo de vida.

Esta perspectiva de la “ley”, hace que el ser humano emprenda un camino hacia la oscuridad y el peligro, pues se enfrenta a un mundo desconocido y claramente hostil.

Lo primero que un ser humano hace a la hora de independizarse de un esquema de vida moral, es sin lugar a dudas, establecer sus propios fundamentos “morales”, es decir, construir sus propias leyes, basadas estas en su pensar y de acuerdo a lo que se acomode a sus debilidades, esto con el fin de llevar una vida sin tantas cargas.

Ya en este punto inicial, podríamos pensar en un hombre que se ha acomodado a sus debilidades, en un ser que fue incapaz de superarse a sí mismo y que ahora, en actitud “derrotista”, decide no luchar y entregarse a sus defectos.

Cuando la lucha del individuo ha terminado, y este ha sido vencido, procede entonces a buscar un espacio en el cual ser aceptado “tal como es”, y encuentra un núcleo social conformado por individuos que al igual que él han perdido la batalla, no obstante, al ser un grupo se sienten apoyados y se consuelan mutuamente con la socialización de sus “doctrinas”, las cuales son la excusa perfecta para justificar sus actos.

Algunos podrían llegar a pensar que me estoy refiriendo a la comunidad LGTB, pero no, yo me refiero a todo aquel que se aparta de la lucha contra “sí mismo”, entregándose a la lujuria, la mentira, la soberbia, el juego, el adulterio, la codicia, etc…

Un hombre llamado “Jesús”, nacido en “Belén de Judá” hace más de dos mil años dijo:

“YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA…”… “LA VERDAD OS HARÁ LIBRES….”

Si, la verdad nos hará libres, pero, si yo afirmo una cosa y otra persona afirma otra completamente contraria a mi posición, querría decir que alguno de los dos no se encuentra en la verdad, por lo tanto no es libre.

Existen dos caminos a la hora de enfrentar esta disyuntiva, el primero es mirar bien que es lo que dijo Jesús, con el fin de ver cómo es que él es el camino, la verdad y la vida; pues si se atrevió a decirlo, debe tener argumentos para sostenerlo.

La otra opción es cortar de tajo estas simples palabras y no tener nada que ver con Jesús, asumir que su historia es un mito, o que tal vez existió, pero que su imagen se ha manipulado por parte de unos pocos para alcanzar poder y dominar la mente de los ignorantes.

 

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